En diciembre de 2020, el gigante estadounidense Stratasys dio un gran paso en el mercado de la fabricación aditiva y adquirió la empresa Origin. A través de esta adquisición, por un valor total de más de 100 millones de dólares, Stratasys entró en el campo de la producción en masa de piezas de uso final basadas en resina. De hecho, el especialista en fabricación aditiva ha añadido a su amplia gama de máquinas la Origin One, una impresora 3D capaz de fabricar piezas de gran tamaño con precisión y rapidez, todo ello con una amplia gama de resinas.

Características de la Origin One

Lanzada en 2019, la Origin One se impuso rápidamente por su capacidad de utilizar resinas de grado industrial para fabricar piezas de producción en masa. Con un volumen de impresión de 192 x 108 x 350 mm, la impresora se basa en el proceso de fotopolimerización programable, también conocido como P³, un avance en los principios del procesamiento digital de la luz (DLP). La Origin One controla la luz necesaria para curar la resina líquida de fotopolímero, el calor y otros parámetros mediante el software de retroalimentación de bucle cerrado de Origin. Además, el proceso utiliza la visión por ordenador y más de 25 sensores ambientales para controlar y responder a todos los aspectos importantes del proceso de impresión. El análisis in situ, combinado con el control automático de la presión, la fuerza de tracción y la temperatura, garantiza que la primera pieza sea idéntica a la última. Un volumen de construcción optimizado, una huella compacta y requisitos mínimos de energía permiten a los fabricantes maximizar la capacidad de producción de manera eficiente.

Por último, en cuanto a las aplicaciones, desde los equipos médicos biocompatibles hasta los componentes de grado aeroespacial, la Origin One abre la puerta a aplicaciones de producción revolucionarias, según el fabricante.